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Se denomina subasta pública aquella venta, abierta al público y previamente anunciada, de objetos o bienes al que ofrezca más por ellos.

Esta modalidad de compraventa es de creciente utilización en el mercado inmobiliario, debido fundamentalmente tanto a la falta de activos a la venta en tiempos de auge del mercado, lo que puede provocar una concurrencia de ofertas sobre un mismo activo entre varios potenciales adquirentes interesados, como al deseo de los propietarios de conseguir la mejor oferta en tiempos de desaceleración del mercado, incentivando el interés a través de varias posturas.

Este procedimiento de venta es tradicional en otros campos como los mercados del arte o los agrícolas, pesqueros o ganaderos, aunque más recientemente se ha implantado en el mercado inmobiliario, en especial en el de la compraventa de grandes activos inmobiliarios o de carteras de bienes inmuebles.

Las principales ventajas de esta modalidad contractual son las siguientes:

Rentabilidad: en principio, el vendedor logrará un mejor precio que el que podría obtener en el mercado mediante ofertas cerradas e independientes entre sí.

Seguridad: el adquirente goza de un período de tiempo más o menos amplio y algo más de información para evaluar el activo, estudiar sus cargas y rentabilidades y poder emitir una oferta con mayor conocimiento de causa. Esta seguridad tiene el inconveniente de que normalmente la postura final ganadora constituye un precio u oferta inamovible y vinculante, solo condicionada al resultado positivo del proceso de auditoría que debe verificar la información previa facilitada.

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